Os mentiría si os contase que la reseña de hoy es una reseña más. Os mentiría y es algo que no me gusta. Los que me leen habitualmente saben que en las cosas de las letras me gusta mucho la sinceridad, prefiero no hablar de un libro antes que mentir.

EN ESTE LINK OS CUENTO MI EXPERIENCIA LEYENDO FALCÓN JUNTO A PÉREZ-REVERTE

Por eso hoy tengo que pedir disculpas por esta reseña. Tengo que pedir disculpas y muchos ya sabéis el porqué. Yo no paseaba esta vez por Barbastro deteniéndome, como tantas veces hago, frente a los escaparates de las librerías cuando descubrí la nueva novela de Pérez-Reverte. Yo leí en Peguin Random House esta novela, sus galeradas, mientras esperaba que llegase el autor. Así que sí, pido disculpas de antemano a los que me estáis leyendo porque quizá la experiencia vivida me hizo ver el libro con otros ojos. Y tal vez, solo tal vez que no afirmo que vaya a pasar, (solamente lo sabré una vez haya terminado este escrito) , las sensaciones vividas me hagan reseñar de una manera diferente hoy.

Comenzaré mi “opinión” (ya me conocéis,  yo no reseño, yo comparto sensaciones) hablando de la valentía de Don Arturo, porque en este momento es necesario ponerle un DON delante, no solo al escribir este libro sino también al publicarlo. La literatura tiene que contar la historia, es parte de su esencia, y se debe contar desde todos los puntos de vista. Y ahí me quité el sombrero ante Falcó, por mostrarme una España en guerra, sí, contada esta vez desde el otro lado, ese que inexplicablemente nuestras letras tienden a minimizar.

Poco hay que hablar tras estas palabras de nuestro escenario del crimen, Falcó desde ese día será un poco mía, porque ya habréis supuesto que estamos en la España del 36, con nuestra guerra civil como personaje principal. Porque si bien Reverte me hizo creer al principio que su único protagonista era Falcó, descubrí al avanzar que el protagonista de este libro es la guerra y sus secundarios, son Falcó y la gente que le rodea.


¿Quién es Falcó, os preguntareis? Lorenzo Falcó es un mercenario al que curiosamente el lector le coge cariño. Y ahí queda el buen hacer de Pérez- Reverte, que me dibuja un tipo elegante, guapo, con un elevado tono chulesco y mujeriego, muy mujeriego. Un caballero de esos que no se casa con nadie, y cuya única patria es su persona.
« (Y fíjense que pese a eso, yo me sentaría a tomar un café con él, mientras espero a que me saque a bailar un tango de la guardia vieja.) ».

Le acompañan en su aventura, ficción basada en un hecho real, por eso cuento poco o nada de la trama, una serie de personajes que aportan mucho a la historia, y a la Historia, no sólo con su carácter sino también con su comportamiento. Mujeres valientes, luchadoras y duras. Hombres decididos, con ganas de comerse el mundo, y un “jefe” socarrón de esos que gustan, gustan mucho.

Tenemos el escenario, el/la/los protagonistas, y nos falta lo más importante, para mí, de una novela. Me falta hablar de las palabras. En esta obra Reverte usa un lenguaje coloquial, duro en ciertos momentos y casi abreviado. Marca un ritmo muy lento al principio que va en “in crescendo”  capítulo a capítulo; acelera la acción dentro de la trama y acelera tu ritmo lector fuera de ella, prevaleciendo  siempre los hechos sobre la forma, y con ese mérito de enganchar a un lector que sabe desde el principio lo que pasó en el 36. Pura novela negra.

Cierro el libro y me encuentro a Arturo Perez- Reverte sonriendo.

¿Cómo no os voy a recomendar leer Falcó?







Una foto de Victoria R. Ramos durante la lectura de Falcó


2 comments:

porlomenix dijo...

Con ganas de tener tus mismas sensaciones,
besucus

RitaPiedrafita dijo...

Mi experiencia a fue algo inolvidable, por eso pido perdón al empezar la reseña, porque puede que la propia experiencia ganase al libro. :)