Cada vez estoy más convencida de que un libro no tiene porque
ser perfecto, ni mucho menos una obra maestra, para hacer disfrutar al lector. No,
no creo que “Las gratitudes” de Delphine de Vigan sea una obra maestra, ni
siquiera diría que es un libro perfecto. Es más, ya había leído antes a esta
autora y no, para mí, tampoco es su mejor novela. Pero tiene algo “Las gratitudes”
que lo hace esencial en nuestras listas de lectura. Su capitulo final.
Dejadme que
os explique. El argumento de esta novela es sencillo, extremadamente sencillo:
estamos hablando de apenas 173 páginas, Michka es una mujer mayor independiente
que acaba dependiendo de los demás. De la libertad de su apartamento a una
residencia en la que no le gusta estar. Marie y Jerôme, una por agradecimiento
y el otro quizá por simple simpatía, le acompañan en los últimos meses de su
vida. De Vigan nos narra, con su habitual acierto para hablar de emociones, el declive
de nuestra protagonista que poco a poco, afectada por una afasia, se va quedao
sin palabras.
(afasia Del gr. ἀφασία aphasía 'imposibilidad de hablar'.
1. f. Med. Pérdida o trastorno de la capacidad del habla
debida a una disfunción en las áreas del lenguaje de la corteza cerebral.)
Qué importante es siempre para esta
autora francesa el uso de la palabra. Es tan importante que en esta narración, aprovechando
la afasia de Michka, guía al lector a través de un lenguaje inventado y lleno
de encanto. Unas páginas llenas de juegos de palabras que te hacen gozar de cada
párrafo. (Mención especial y con honores al traductor del manuscrito original Pablo
Martín Sánchez por el brillante resultado final)
Poco a poco vamos entrando en las vidas
presentes y pasadas de estos tres personajes, pocos personajes y casi un único
escenario, la residencia de ancianos, a través de las visitas que Marie y Jerôme hacen a nuestra afable anciana.
Michka Seld es totalmente consciente
de que las palabras se le escapan y eso duele. Le duela a la señora Seld y nos
duele a nosotros, lectores, que empatizamos con un personaje sin dejar de
pensar en lo difícil que sería vivir mientras nuestras palabras se pierden.
"El hilo de la comunicación se ha
roto.
El silencio le ha ganado la partida. Y ya nada la retiene. "
El libro en
su comienzo me resultó ligeramente ñoño, pero luego empecé a enamorarme de la anciana
que olvidaba las palabras y decidí continuar. Todo se narra a través de los diálogos,
es intima, reflexiva y con un toque de humor. Os decía al comenzar que a veces
hay un algo que de repente hace una novela imprescindible. En el caso de “Las
gratitudes” es sin duda su último capítulo. La conversación final entre Marie y
Jerôme hace que una enorme sonrisa se instale en tu rostro y sientas una tremenda
gratitud hacia la autora por hacerte sentir.
Y para saber
de qué os estoy hablando, me temo, queridos que me leéis, que tenéis que darle una
oportunidad al libro reseñado.
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