¡Miranfú!, que según Sara quiere decir «va a pasar algo diferente» o «me voy a llevar una sorpresa». ¡Miranfú!
Acabo de cerrar “Caperucita en Manhattan” de Carmen Martín Gaite y, sinceramente, que delicia de lectura… Extremadamente sencilla y sin embargo compleja. Me contradigo, lo sé.
Partamos de la idea central de este cuento actualizado. Caperucita en Manhattan es la historia de Perrault, la que tantas veces nos han contado, la que tantas veces hemos leído, trasladada a Nueva York en espacio, trasladada a la época actual en el tiempo.
Martín Gaite nos propone un juego basado en el cuento original: Sara, nuestra pequeña caperucita-roja de 10 años, acompaña, envuelta en su impermeable rojo con capucha, a su madre a Morningside cada semana a llevarle a su abuela una tarta de fresa…
“Miss Lunatic se detuvo a mirarla y en seguida comprendió por qué le había emocionado tanto aquella inesperada visión. Le recordaba muchísimo a la Caperucita Roja dibujada en una edición de cuentos de Perrault que ella le había regalado a su hijo, cuando era pequeño.”
Carmen Magín Gaite deja en manos de Sara, una niña con “complejo de superdotada”, el peso de toda la narración que sigue la pauta marcada por el cuento infantil. Caperucita en Manhattan tiene a la niña, a la abuelita, el bosque y el lobo feroz. Solo que la pequeña de caperuza roja es muy Alicia en su país de Maravillas. Todo es un guiño en esta obra en la que el lobo no es tan feroz ni el bosque tan peligroso.
Nuestra protagonista, al contrario que homónima, no tiene la libertad necesaria para hacer lo que más desea, pasear por Manhattan, observar a la gente, detenerse en los sitios. Sigue las inflexibles pautas de una madre temerosa y rígida que la lleva de la mano y con prisas a todas partes. Organiza su vida. Y nuestra particular caperucita quiere entrar en el bosque, ella sola para sentarse tranquilamente a compartir su tarta con el lobo.
Una caperucita que es muy Alicia, porque Martin Gaite casi se ríe de Perrault para adorar a Carroll. Introduciendo pasajes breves de palabras inventadas, ¡miranfú !, comienza la autora su homenaje al nonsense de Lewis Carroll en Alicia en el país de las maravillas, y a partir de ahí una extraña mezcla entre cuento infantil y la maravillosa Alicia fluye entre sus páginas. Una caperucita que quiere ser Alicia y se acerca sola en el bosque para conseguirlo.
Pero no va sola… En su camino, mitad real mitad ficción, aparece un personaje antagonista de Vivían Allen, la madre temerosa, que lleva a Sara hacia una vida diferente, la vida que Sara quiere.
Casi roza el esperpento Miss Lunatic, pero desprende calor. Y la niña, fascinada, se cobija.
La protagonista pasa a de ser una niña lectora, pulcra y obediente, fascinada por su abuela, a una aventurera que recorre Mahanttan al lado de Miss Lunatic alcanzando junto a ella el valor necesario para obtener su ansiada libertad. Y es que esta pequeña fábula es un canto a la libertad disfrazado de novela breve.
Martin Gaite consigue lo que se propone desde el principio, que Sara sea una niña vestida de azul clarito a la que le imponen una horrible caperuza roja.
Hay que leerla, sí señor. Hay que leer Caperucita en Manhattan de Carmen Martin Gaite. ¡Miranfú! Te vas a llevar una sorpresa…
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