Leí Sira con motivo de una #lectura conjunta que desde tiempos del confinamiento, qué lejos queda ya todo eso, celebramos en Facebook. Tocaba elegir un bestseller y era justo leer a la más vendida de ese momento: María Dueñas y su Sira.
Reconozco que no soy amiga intima de determinados libros. Tiendo a clásica, a narrativa pura y dura y, para reposar, a la novela negra. Pero jamás dejo sin leer una lectura compartida. Me parecería una falta absoluta de respeto hacia mis compañeros lectores. Así que allá que me voy, de vacaciones, con Sira.
Dueñas me sorprende. Ya la había leído con anterioridad y le reconocía su buen hacer. Maneja bien la prosa, los ritmos, la documentación y las descripciones de escenarios y personajes, pero en novelas anteriores no había conseguido intrigarme. Pegarme a la lectura. Engancharme. Me sorprende, te decía. Sí lo ha conseguido esta vez. Con Sira, el libro de la elegante portada.
Sira nos lleva a través de cuatro escenarios: Jerusalén, Londres, Madrid y Tánger, en un tiempo en el que Europa a duras penas se recompone de la segunda guerra mundial. En cada ciudad la historia de nuestra querida protagonista, querida sí, porque yo la he amado como yo amo a los personajes literarios, locamenti, es diferente. Hay una historia en Jerusalén que es distinta a la de Londres, a la de Madrid o a su ultima aventura en Tánger.
María Dueñas es precisa y ágil en sus descripciones lo que hace que no decaiga el ritmo lector pese al desfile de personajes o escenarios. Y así te engancha.
Sorprende también la dosificación a la hora de aportar datos de documentación. El libro está muy documentado, eso se nota. Pero la autora aporta solo la parte necesaria para no abrumar al lector con alardes innecesarios de sabiduría. Y eso, como lectora, yo lo agradezco bastante.
Nos narra sin posicionarse diferentes historias que acontecen en una Europa en reconstrucción tras la segunda guerra mundial. Se detiene en un hito histórico que a mi me ha fascinado hasta el punto de buscar fotos y hechos: la visita de Eva Perón a una España atada por la dictadura de Franco. Esta parte, en la que Sira permanece en Madrid me ha cautivado. Leía unos hechos para mí desconocidos. Y los leía con una sonrisa en la boca. Amena es la palabra que define esta parte central de la trama.
He disfrutado mucho leyendo Sira. Me ha gustado la combinación de un ritmo pausado con prosa ágil. He amado los finales de capítulo anticipando hechos futuros. Me ha enganchado la descripción de vestuarios, de aglomeraciones. He vivido en el presente la revolución que supuso, para una España agotada, el viaje de Evita a nuestro país.
Le pongo, sin embargo, lo siento lectores, algún, pero: la importancia del papel de espía que se le supone a la protagonista, con esas reuniones top secret y esos escondites de su vida en pareja que no están a la altura de la función, bastante normal, que se le encomienda. Y, ahora ya es de ser tiquismiquis, a mí me hubiese gustado más un final más abierto sin la historia de Tánger. EVIDENTEMENTE no puedo ahondar esto, porque si aun no has leído Sira me ibas a odiar profundamente.
Y pese a eso, me ha encantado leer este #libro. Creo que la lectura debe tener ese punto bonito en el que aprendes a la vez que disfrutas, y Sira lo simple. Sin duda.
Si por casualidad ya has leído el final, ya sabes. Lo comentamos en cualquiera de mis redes. No hay nada peor que chafar finales a futuros lectores.
2 comments:
Culebrón!!!
Como digo en la reseña sobra una parte de la trama. Sin duda.
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