Releer. Leer dos veces. Volver a leer. Llámalo cómo quieras pero acostúmbrate a hacerlo. Le sacarás más jugo a la lectura.

La primera vez que me enfrenté a esta obra dejó en mi un poso amable. La segunda, literario. La fluidez de la obra me impidió ver la corrección de la prosa en una primera lectura, quizá por eso no la reseñé en su momento.

En la segunda lectura aún mi mente conservaba restos cariñosos de sus personajes y recordaba, más o menos que son muchas páginas las que una lleva a sus espaldas, el argumento de la misma, por lo que prevaleció el análisis del cómo me lo contaba sobre el qué me contaba. Leí despacio, fijándome en cada palabra, en cada diálogo, en cada recurso que la autora usaba. 

Descubrí, suerte lectora, que “Juntos nada más” es un mucho más que un libro bonito de esos que al cerrarlos dices: «me ha gustado mucho, sí». Esta novela no es un simple me ha gustado mucho. Esconde mucho. Leer para encontrar.

AnnaGavalda crea un micromundo único con personajes que ya no tienen nada que perder porque la vida, poco a poco, ha ido rascándoles todo lo que poseían. Por dentro y por fuera. Materia e inmaterial. Cuatro personajes en busca de una trama común que encuentran en esta obra delicada y sublime.

El lector conoce, de manera íntima, a Camille, Philibert, Franck y Paulette y los hace sin prisas. Poco a poco la escritora, que acapara la atención del lector desde las primera páginas, va presentado quién pudo ser y quién fue cada uno de ellos… Porque este trío que acaba en cuarteto son la parte indispensable de la obra. Camille y Phillibert. Camille y Franck. Franck y Philibert. La escritora juega de manera inteligente con estos papeles de tal forma que los tres son protagonistas y antagonistas entre ellos. Dependiendo de la escena alguien se apropia del papel principal. Alguien se enfrenta y da, en el párrafo siguiente, paso a un nuevo protagonista que acapara toda la atención de quién lee. Y así toda la novela.

Y esos tres personajes, tan diferentes entre ellos, tienen muchos puntos en común: poco sociales, traumas de infancia, familias desestructuradas, y un largo etc.

Pero ahí llega Paullete y su soledad. Paullete y su vejez. Paullete y su cabezonería. Paullete que une aún más a este extraño elenco.

Solo por conocerles vale la pena leer este libro. Pero como os decía, este libro esconde. Mucho. Porque Gavalda hace del diálogo una forma narrativa impecable sin necesidad de interminables descripciones. Ellos mismos, con conversaciones brillantes, dan forma a la trama. Los diálogos suman. No dejan de añadir matices a su lectura. Matices y esperanza. Porque la vida les trata mal, sí, pero ellos se empecinan en abrir  un hueco por el que asome la luz. No se rinden. Y hacerlos juntos es más fácil.

Un espacio cerrado, el piso de Philibert y uno abierto, el jardín de Paullete, que a mí me ha recordado mucho a la casa de Howards End, casi como únicos escenarios, en los que la autora muestra de nuevo su saber hacer. Lees y visualizas. El antiguo cuarto de baño, la buhardilla, el jardín.

Juntos nada más es un libro que con leve fragilidad hace crítica. La misma crítica social que hemos visto en miles de lecturas, el clasismo, la soledad, el abuso laboral… pero Anna Gavalda lo hace con una ironía tan elegante que apenas quitas la sonrisa de tu boca. Y, sobre todo, dejando una puerta abierta a la esperanza. ¿Por qué no?

La autora nos está diciendo que es posible. Que no todo está perdido. Que luchemos. Por eso hoy es el momento de esta obra en la que hasta el título es acertado. Nuestros protagonistas están Juntos, nada más.

2 comments:

Javier Huertas dijo...

Excelente reseña, si la novela es, describe y analiza este, nuestro mundo, con esos personajes tan normales y tan reales en esa atmósfera que describes, creo que te hare caso y la leeré. Insisto, excelente reseña.

RitaPiedrafita dijo...

❤️❤️❤️❤️❤️