El desparpajo narrativo de Greta García una lo nota en el primer párrafo. Abres mucho los ojos, te preguntas si va a ser así en todo momento, sonríes y ya sabes que este libro, pase lo que pase, te cuente lo que te cuente, es para ti.
La autora dota de una voz prodigiosa a Pili, una bailarina sevillana, que desde la cárcel nos mete de lleno en la tragicomedia de su vida.
Pili, con la gracia habitual del sur peninsular, que mira que la tienen, con su andaluz de estar por casa, nos cuenta, dosificando en poquito a poco, el cómo acabó en la cárcel. Pili, mi Pili, nuestra Pili, esa Pili que, como anticipa el titulo de la novela, solo quería bailar.
El enorme talento narrativo de García se hace presente desde el principio. Greta podía contar esta breve historia, lo bueno si breve, dos veces bueno, desde mil ángulos, pero elige el más difícil. El de plasmar una poderosa critica desde la carcajada. Porque sí. Me he reído muchísimo leyendo a la Pili.
(Y para muestra, un botón)
“Ojalá le entre el escorbuto a to esas personas que han perdío horas de su vida criticando la institución pública, que han pasao noches sin dormir, que han perdío pelo, que han perdío las ganas de bailar, y ahora me señalan a mí como una psicópata, como una sádica, ¿en serio? ¿No sois vosotros los dementes, que seguís soportando to esta farsa”.
Pili es en realidad una mujer frágil, una niña que solo quería bailar, pero que proviene de una de esas clases desfavorecidas, en las que los sueños, si es que alguna vez son posibles, son mucho más difíciles de conseguir. Y la autora se marca un monólogo de corte cómico que nos arrastra a la más dura crítica no solo de la burocracia, sino también de las injustas diferencias sociales, la dureza de la vida en la cárcel, la demagogia, el maltrato y un largo etcétera. Nada ni nadie se salva de la verborrea de la Pili, que ha decidido ponerse el mundo por montera y que, pase lo que pase, ahí está ella.
Y la capacidad narrativa de García llega muchísimo más lejos, porque la escritora es capaz de sacar una varita mágica si la trama lo requiere y ponerse seria sin ponerse seria. Lo sé, lo sé, parece raro, pero lo consigue. Y, ¿cómo?, te estarás preguntando. Adaptando ese lenguaje, a veces soez de la protagonista, a lo narrado. El palabrerío intrínseco de la bailarina se suaviza, se somete a requerimiento de lo contado, baja un poco el tono, minimiza la chispa frenando así el ritmo narrativo. Qué genialidad la de García, no me cansaré de repetirlo.
Esa es Pili, la que tan pronto se ríe de sí misma recordando escenas hilarantes de la vida penitenciaria como parece a punto de quebrarse mientras habla de sus padres.
Greta García rompe todos los estándares narrativos en este libro y con los cachitos revoluciona las normas literarias. Y qué bien lo hace.
Hoy, último día de marzo, os invito a leer a esta mujer para conocer no solo a Pili, a la que vais a adorar, sino a todo un irrepetible elenco de personajes que hará que ames mucho más la lectura.
Porque seamos sinceros, ¿qué hay mejor que reflexionar desde la carcajada? Y es que esta novela es dura, pero la risa continua que provoca es un soplo de aire fresco.
Solo quería bailar de Greta García está publicada en Editorial Tránsito y obtuvo el premio novel “Almudena Grandes” de Librerías de Madrid en 2023
Haz clic aquí si quieres leer las primeras páginas, seguro que te enganchas. https://editorialtransito.es/wp-content/uploads/2023/02/SoloQueriaBailar_GretaGarcia_Transito_Inicio.pdf
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