Llevo retrasadas muchas reseñas, os pido perdón, y como en la lista hay mucha novela negra decido empezar con la sana intención, que al final es lo cuenta, la intención, de dedicar parte de este otoño tardío a ellas. 


Fragmentos de Tren nocturno


Y claro, tenía que comenzar con mi relectura de Tren nocturno de Martin Amis, una novela 

negra que muy bien podría caer en el saco de la narrativa. 

Amis nos presenta un cadáver y una investigación, así que sí, estamos ante una novela negra que rebosa ambición literaria en cada página. 

La novela, dividida en tres partes diferenciadas que estoy segura de que funcionan bien de manera independiente, nos narra al principio (en forma de diario, primera persona) la investigación de un suicidio, con la sospecha de que pudo ser un crimen, para dar paso a una segunda parte, ya narrada como novela al uso, en la que se nos plantea el por qué, y, tenía que ser, cierra con un bloque con las conclusiones de la investigación. Esta mezcla de estilos ya sería motivo más que suficiente para acercarse al libro, que andamos sedientos de innovación lectora. Pero Martin Amis hila fino, hilvana primero para que el pespunte quede perfecto.

Una termina esta breve obra y analiza reposada sus muchos puntos fuertes, desde los personajes, hasta la sencillez de la acotación del diálogo, él dice, yo digo, me dice, le digo. No necesita el autor recurrir a complejos sinónimos que entorpecen la lectura, y, ¿sabéis qué? Funciona. Como también funciona esa ruptura de normas a la que recurre con inteligencia cuando es necesario: diálogo a veces insertado de manera tradicional con un guion largo, otras abusando de comillas en incluso incrustado dentro de la narración sin más. Nada chirría. 

Pero os hablaba de personajes, manual gratuito de escritura aquí, en la creación de “protagonista/antagonista”. Os presento a Jennifer, la chica perfecta, femenina, atractiva, inteligente y excelente persona. Una chica sin problemas, de buena familia y con la vida resuelta. Investigando su posible asesinato, Mike, opuesta a ella salvo en la inteligencia, única cualidad que comparten ambas. Mike es masculina en exceso, el nombre, la voz, la apariencia física marcan una brecha enorme con lo que se espera que sea una mujer. Clase social baja, y una mochila cargada en su espalda repleta de traumas y problemas infantiles. Pero Mike está viva y Jennifer, no. ¿Podría haber elegido el autor a un investigador masculino? Sin duda, pero escoge el camino difícil y lo recorre con tanta firmeza que el lector no sabe si quién es protagonista y quién antagonista, y tampoco le importa. Porque sí, lectores, de nuevo funciona a la perfección.

No se limita el escritor a una investigación, que eso está ya muy leído, sino que en la segunda parte de la novela hace un análisis tan certero del suicidio que roza el ensayo dejando un poso filosófico flotando en el ambiente. ¿Puede una vida perfecta ser más cruel que una vida plagada de problemas?

Esa parece ser la pregunta que nos lanza el autor y para ello utiliza recursos que hacen que este libro sea, simplemente, excepcional. Con esos personajes secundarios que cobran importancia en el momento narrativo justo, con esos guiños (Síndrome del Paraíso, que una no sabe que abre más, si la boca o los ojos ante el asombro, os lo juro) que te dejan perpleja, con ese tren nocturno, cuyo ruido ensordece la lectura, en momentos en los que Amis quiere que leas con atención… Sí señores, sí. En esta obra ni el sonido del tren que rompe el silencio de la noche aparece sin ton ni son. Pespunte perfecto, ¿recordáis? 

Ya había disfrutado de esta obra, pero esta segunda lectura, como todas las segundas veces he leído sin prisa por saber, más atenta al cómo me lo cuenta que al qué me cuenta, me ha dejado con ganas de volver de nuevo a este autor. Martin Amis es un autor inteligente y elegante. Habrá que comprobar si en otros títulos también lo es. ¿Te animas?


N de A: mi primera reseña de esta obra nada tiene que ver con este texto, moraleja: hay que releer más 

Primera Reseña 2016