«Junto a la lumbre, me daba cuenta de que no existe ninguna evolución. En nuestra vida no nos hacemos más sabios ni mejores. Damos pasos, uno tras otro, y al final no sabemos que hay delante y qué detrás. Nuestra madurez consiste, quizás en olvidarnos de nuestros errores»

«El ser humano es como un río que arrastra lo que encuentra su paso, y unas cosas resultan ser barro y otras, diamantes. 
Somos lo que somos no solo porque hemos hecho lo que hemos hecho, sino también por lo que no hicimos»

«¡El amor, nos transforma! ¡Eso es todo! —Había dicho midas, que no creía en tales mitos, aunque al mismo tiempo, los adoraba— Hacen que el mundo resulte más familiar o al menos más comprensible —decía»

«Una mujer, una vez ha dejado serlo, no tenía ningún valor. Comprendí que no se puede basar la vida en la belleza, más no veía otra posibilidad. La belleza era un don y una maldición al mismo tiempo, y desde entonces no he vuelto a mirarme en el espejo con ojos inocentes»

«Creo que la muerte atormenta a los hombres más que a las mujeres. Quizás sea un poco simple, pero en la mujer germina una vida nueva. Su cuerpo genera nuevos cuerpos. Somos una misma cosa con la vida. No estamos solas.
No somos inmortales, pero no somos tan mortales como los hombres. El hombre es mortal y está solo.
 Nosotras tenemos en nuestro interior la permanencia. La mujer tiene un pie en la tumba y otro en la vida. El hombre tiene los dos pies en la tumba»
Timandra 
Theodor Kallifatides



 

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