Solo que Marla no volverá 

 

Un golpe seco recibe al lector desde la primera página de esta inquietante y mugrienta novela negra. Todo es suciedad alrededor de esa mesa de billar que nos acompaña en todo momento. 

Hacia mucho, amigos lectores, que no leía una novela negra que me impactara de esta forma. 

En Solo que Marla no volverá, del autor mexicano Bela Braun, editada en España por Drácena editorial, la ciudad de México se muestra desde un fondo embarrado del que huir. 

Marla y su desaparición y su búsqueda. Esa es la base de un trama que nos va a llevar al los rincones más oscuros del dolor y la depravación. 

Marla, que un día no aparece y su amante, un vendedor de artículos para billar de poca monta, nos lo cuenta. Un narrador que a fuerza de recuerdos, angustia y ausencia marcada compone esta imprescindible novela. No recuerdo, queridos lectores, toparme en algún libro con un protagonista que descargara su ira contra la ciudad corrupta, contra la degeneración del tráfico de mujeres, contra el abuso sexual de menores al mismo tiempo que busca, rozando los límites de su propia prohibición, a su amante adolescente saltándose desde el principio las normas. En el camino, mientras la agonía de la ausencia le corroe no renuncia al placer de su amante, su otra amante, la agente de policía MP, que pasa por su vida como por la novela, de soslayo. Y, por supuesto, se interna en una ciudad llena de horrores y monstruos acompañado y disfrutando de los favores sexueles de dos prostitutas jóvenes, porque las penas, señores, son menos pena si hacemos la vista gorda. 

Creo que es ese narrador/ protagonista el gran acierto de Braun en esta obra. Ese personaje que te descoloca al mismo tiempo que te hace reír con escenas surrealistas que pondrían ser verdad. Ese hombre al que detestas por su miseria moral pero al que acompañas paso a paso deseando que encuentre a Marla sana y salva para poder cuidarla. 

La clave es él, que crítica y hace. Sin pudor pero con cierto remordimiento. 

La no aparición de Marla, que no es Marla sino Jimena, conduce al escritor, Bela Braun, a la denuncia social más descarnada. Sin sofoco, sin indignación, solo con las palabras. Pedofilia, prostitución, corrupción o violencia aceptada marcan un fondo de novela perfectamente contado con un estilo que narrativo  de gran belleza. Inolvidable diría. Bela Braun narra de manera intensa, intimida al lector, apabulla. Su prosa es dura, seca, cortante, hiriente, sí, pero mezclada con los pensamientos del propio narrador consigue dotar a esta novela de dolor y desesperanza de un cierto toque romántico. Siempre hay un huequecito para el amor. O eso queremos creer. 

Enriquece la lectura un leguaje puramente mexicano, aclarado en notas a pie de página, que me ha hecho descubrir, una vez más, la riqueza lingüística y literaria que hay al otro lado del océano. Enriquece la lectura el billar, la carambola. Ese mundo de mesas y tacos que adornan de manera sublime escenas, tramas y temas de la novela. El billar  es a Solo que Marla no volverá lo que el ajedrez a Gambito de dama. Sin el billar como telón de fondo, la obra perdería. 

Una experiencia lectora acertada y dolorosa. Tardaré mucho en olvidar a la pequeña y dulce Marla.