Reseña cómic La cantina de medianoche


Pocas veces sucede que veo antes la serie que el leo el libro. Ni yo, ni nadie que ame la lectura. Si anuncian una serie o película basada en un libro, allá vamos a leerlo antes de que la pantalla nos muestre a sus personajes. Mejor prevenir que sufrir. 

    En La cantina de medianoche, (Midnight Diner: Tokyo Stories), sucedió al revés. Descubrí la serie por casualidad en mi fuente de prescripción favorita, la redes sociales. Sí, sí. Yo descubro muchas de mis mejores lecturas en la red. En este caso, un tweet. Un tweet que recomendaba ver la serie. Era corta, de unos 20 minutos por capítulo, y perfecta para desconectar a medio día. 

Cuando llevaba 4 hice lo mismo que había visto hacer, compartí en redes mis sensaciones. Locura. Comentarios, mensajes privados… Todo el mundo adoraba esta serie. Y no me extraña. Entre esos cien mensajes, uno: “sí te gusta la serie, apúntate el cómic.” 

    Y no dudé. Por suerte. Descubrí, de la mano de Astiberri, uno de los mejores volúmenes que han caído en mis manos. 

La cantina de media noche es una obra de Yaro Abe, un asombroso contador de la cotidianidad, que narra noche a noche las profundas escenas que suceden en esta curiosa taberna japonesa.

    El restaurante, que abre cuando todos cierran, de 12 a 7, está regentado por un discreto, pero muy observador, cocinero que prepara todo lo que pidan sus clientes siempre que tenga los ingredientes. 

    Así, con la mesa como excusa y la comida como un personaje más de esta acogedora obra, un variopinto elenco de personajes desfilan por el papel: prostitutas, ejecutivos, actores porno, stripers, oficinistas o jugadores. Todos encuentran su sitio y comparten su historia en esta peculiar cantina, que poco a acerca al lector a un día cualquiera de Tokio. 


Serie Netflix la cantina de medianoche


    El dibujo de Abe es sencillo, sin grandes detalles pero con mucha perspectiva y cumple de manera magistral su misión, dotar a la historia de una narrativa tan sorpréndete que invita a quedarse a tomar algo.  A pesar de la simplicidad del trazo, hay quien dice que carente de técnica, dota a sus muchos protagonistas de la vida necesaria para llevar a buen puerto el guión. La imagen es potente y evocadora. La trama, no contada con palabras, es profundamente emocional. 

    Todos sus personajes se mezclan en una mesa repleta de platos variados. Cada uno con su drama, con su dolor, con su vida a cuestas. Pero siempre guardando un resquicio de sentido del humor que comparten con sus compañeros de noche. 

    Conocemos, es curioso, poco de este amable cocinero, aunque algo intuimos, y sabemos mucho de sus comensales. Y esos son los ingredientes que llevan a que tu lectura, y el visionario de la serie, esta vez sí, sea perfecta. Aunque tengas que leerla del revés.