Dog Soldiers regresa a las estanterías españolas de la mano de la nueva editorial Malas Tierras, estamos de suerte. Recuperar determinadas obras, (a ver si alguien me hace caso con la desaparecidísima «La niña que amaba las cerillas» de Soucy), es una especie de boleto premiado para los buenos lectores, y con Dog Soldiers nos ha tocado el bote.

Robert Stone nos presenta una obra que en muchos momentos recuerda a las grandes películas americanas. Pausada al principio, cuando debía ser trepidante, y veloz en su segunda parte, cuando una supuesta calma tendría que encargarse de frenar el ritmo.
Pero Stone, con un enorme acierto narrativo, uno de mucho, lo hace al revés. Situar la calma en Vietnam y el desenfreno y la decadencia en el EEUU de los 70 tiene su mérito.
La trama, aparentemente sencilla en sus comienzos, se nos antoja imposible conforme avanza. O no, porque el autor nos narra como un negocio redondo y aparentemente sencillo, coger tres kilos de heroína en un Vietnam en Guerra y transpórtalo, bienvenida corrupción, a Estados Unidos para su posterior distribución, acaba en una huída que de puro absurda resulta realista. Y es que este escritor no cuenta, simplemente «dice». Y con ese saber decir las cosas el realismo de Stone adquiere una nueva dimensión. El lector está seguro de que todo lo contado puede pasar pese a que a ratos le parece surrealista.

No se puede hablar de esta novela sin quitarse el sombrero ante sus personajes, tan débiles, tan endebles que con un soplo los derrumbas.
Tres protagonistas y algún secundario de excelencia. Jonh Converse, periodista venido a menos que intenta encontrar su inspiración en la guerra del Vietnam y lo que encuentra es la vía fácil, el tráfico de drogas.
Porque Converse está convencido de que eso está «chupao», cojo la droga aquí, la llevo, vendo la droga ahí.
David Hincks, marine corrupto al que convencer. Él debe llevar la droga y entregársela a nuestra protagonista femenina, Marge Converse, mujer del escritor fracasado, que vive felizmente enganchada a los barbitúricos.
Lo que para todos ellos era fácil, para ti que lo lees no tanto, soy consciente, acaba en una huida desenfrenada, la de Hincks y Marge, que impone un ritmo trepidante a la novela. Y ahora sí, corrupción, violencia e impiedad te dejan sin aliento. Decadencia es la palabras. Todo acaba en decadencia.
Robert Stone narra a través de esta huida el duro golpe al sueño americano que recibió una generación happy que al final no lo fue. Porque no solo de alucinógenos vive el hombre y eso lo sabe bien el autor.

Una novela de género como pocas que hoy puedes volver a disfrutar. Así que te doy un consejo, entra en la ironía descarnada de Oliver Stone para disfrutar, una vez más, de la Lectura con mayúscula.

¿Te apetece?