Es difícil seleccionar fragmentos de una obra que es casi maestra… Digo casi porque luego oigo voces extrañas qué se preguntan pasmosas esa facilidad mía para clasificar lecturas.
Selecciono de Mientras agonizo (Link Amazon) de Faulkner unos pasajes, alguno muy breve, que demuestren la maestría
de la misma… Habrá reseña, pero saboreemos primero sus letras, que son
infinitamente mejores que las mías
“La chica está en pie, abanicándola, junto a la cama. Al
entrar nosotros, ella vuelve la cabeza y nos mira. Hace ya diez días que está
como muerta. Me da la impresión de que ella, por haber sido durante tanto
tiempo una parte de Anse, ni siquiera puede hacer ese cambio, si es que eso es
un cambio. Hasta me acuerdo de cómo, cuando yo era joven, creía que la muerte
era un fenómeno del cuerpo; sin embargo, ahora sé que no es más que una función
de la mente: una función de las mentes de quienes sufren la pérdida. Los
nihilistas dicen que la muerte es el final; los funcionalistas, que el
comienzo; pero en realidad no es más que un simple inquilino o familia que deja
su habitación o su ciudad.”
“La silueta de la vaca, en la puerta, empuja con el morro,
quejumbrosamente, a la silueta del pozal.
Después paso por delante del establo. Casi lo he pasado ya.
Escucho durante largo rato lo que dice, antes que llegue a decir nada, y la
parte que escucha tiene miedo de que no vaya a haber tiempo de decirlo. Estoy
sintiendo que mi cuerpo, huesos y carne, comienzan a separarse y a entrar en la
soledad, pero el proceso de llegar a no estar «sola» es terrible. Lafe. Lafe.
—Lafe. Lafe. Lafe.
Me inclino un poco hacia adelante, avanzando un pie con paso
muerto. Siento que la oscuridad me acomete y pasa, dejándome atrás, dejando
atrás a la vaca”
“Era entonces la ocasión de pararme a recordar que, como mi
padre solía decir, la finalidad de la vida no es otra sino la de aprestarse a
estar mucho tiempo muerto. Y al recapacitar que tenía que ver día tras día a
cada uno de ellos y de ellas, y todos con sus respectivas vergüenzas y egoísmos
personales, y que tal era, a lo que parecía, la única manera de disponerme a bien
morir, no podía menos de maldecir a mi padre por habérsele ocurrido
engendrarme. Siempre estaba acechando la ocasión de cogerlos en falta, para
darles de latigazos. Y cuando el látigo caía sobre sus carnes, sentía yo su
escozor sobre las mías; y cuando les levantaba verdugones y ronchas en la piel,
era mi sangre la que corría, y a cada nuevo golpe que les asestaba, me decía a
mí misma: «Ahora soy algo en vuestras vidas vergonzosas y egoístas, yo, que he
marcado mi sangre en la vuestra para toda la eternidad».”
“Y cuando supe que llevaba en mis entrañas a Cash, me di
cuenta de que la vida es terrible y de que esas son las cosas que nos trae. Fue
entonces cuando aprendí que las palabras no tienen nada de bueno, pues que
nunca se ajustan ni siquiera a aquello que tratan de dar a entender. Cuando el
niño nació, comprendí que la palabra «maternidad» ha tenido que ser inventada
por alguien que, por lo que fuera, la precisaba para el caso; y que a los que
de verdad han tenido hijos, nunca se les ha podido ocurrir preocuparse de si
esa palabra existía o dejaba de existir. Comprendí que la palabra «miedo» ha
tenido que ser inventada por alguien que jamás lo ha pasado, y la palabra
«orgullo», por alguien que nunca lo ha sentido.”
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