No es raro que vuelva cada cierto tiempo a los clásicos,
no es raro que vuelva dos y tres veces a un mismo libro. No es raro que extraiga
la esencia en mi penúltima lectura, porque hay libros para los que tu última
lectura es siempre la penúltima. No es raro, decía, porque hay obras breves, brevísimas,
que necesitan ser leídas cuando ya sabes lo que pasa. Una segunda lectura, una
tercera en mi caso, en la que prestas atención a los pequeños detalles, y así
entiendes que la metamorfosis es una transformación no de Gregorio Samsa sino
de todos los que le rodean.
A estas alturas literarias es innecesario comentar de
que va La metamorfosis de Kafka. (¿Os había comentado que ese era el libro que
pretendo reseñar?). Todos sabemos que Gregorio Samsa abre una mañana los ojos y
se encuentra convertido en un insecto enorme. Solo de pensarlo en lector
tiembla. Un bicho de dimensiones humanas. Una lee esas paginas y siente repelús.
Pero como lectora no se puede quedar ahí, tiene que indagar, buscar sentido a
la obra. Y apartando el repelús, asco, o lo que sea que es esa sensación amarga
que siente al leer se da cuenta de que Gregorio, se da más cuenta ahora, en
esta tercera lectura, acepta de manera natural su cambio. No se asusta. La vida
es cambio. Lo asume. Sin más.
Quienes no aceptan ese cambio son los personajes que
rodean a Samsa. Desde su jefe hasta su padre o los inquilinos. O las empleadas
de la casa…Kafka es inteligente, no lo dudes, pero tiene una forma de narrar
ocultando parte de lo que quiere contar que lo hace prácticamente único.
Así en La metamorfosis, hay un relato detrás de cada decisión
tomada, desde la criada que pide “la cuenta” porque no puede soportar la nueva
situación y prefiere quedarse sin trabajo antes de afrontar la nueva realidad,
hasta la madre de Gregorio que quiere a su hijo, es su hijo, con peros… Todos
se transforman alrededor de nuestro protagonista. Como en la vida. Como a nuestro
alrededor. Todo es transformación, solo hay que saber decir sí.
Pero Kafka tiene una extraña tendencia a llevarte más allá.
Y te das cuenta de que a Gregorio le da exactamente igual ser un bicho raro,
ojalá a todos nos pásaselo mismo, lo que de verdad le duele es la incomunicación,
que conforme avanza el libro cada vez mayor.
Duele no saber expresar lo que siente. Duele no poder
decir: no tengas miedo, soy yo. Solamente soy yo. Duele no poder gritar. Duele
ver lo que pasa a tu alrededor sin poder decir: EHEH; cuidado, estoy aquí…
Todo cambia, todo es cambio. Grete Samsa, su hermana, sufre
dentro de esta historia la mayor transformación. Una autentica metamorfosis.
Gretel sí. Ella sale de su capullo, ese que le impusieron transfigurándose en mariposa.
Y lo hace de manera egoísta. Sin pudor. Pero, acaso nosotros nos hubiéramos metamorfoseado
de otra manera. Gretel se agarra a la oportunidad, porque para ella también hay
un cambio. Como para su hermano, como para su familia, como para todos.
Tuve la suerte de compartir esta lectura con mis compañeras
de tertulia, madre mía tantos años ya leyendo juntas, y se me abrieron nuevas
expectativas de lectura. Hubo quien vio un final feliz, hubo quien leyó desde
el punto de vista de la familia. Y es que las buenas obras tienen eso, que las acabas
de leer pensando en que habrá que acercarse de nuevo a ellas, con unos ojos
distintos a los de las 3 ultimas veces.
Nunca entendí el porqué de la palabra Kafkiano, con lo
sensato que Kafka era.
Leamos a Kafka, señores. Leamos para aprender.
3 comments:
Parece una historia sencilla y no lo es, Kafka crea una obra con poso poso que el lector busque y aprenda. La edición de Los Ineludibles de Navona es una maravilla.
Besos
Marga, Kafka es así. Siempre deja mucho al lector, como debe ser en novela corta. Y estoy de acuerdo, las ediciones de Navona en su colección ineludibles son maravillosas. 😃
Leí la obra hace algunos años, y sin duda que impacta, no sólo por su originalidad, sino por las múltiples interpretaciones que pueden realizarse de la misma. El autor narra una situación intolerable -en palabras de Borges- con una maestría rayana en la perfección. Nada más comenzar la narración, el lector se hace uno con Gregor y sufre con los cambios que padece. Calificada de novela corta o relato largo, a mi juicio guarda ciertos paralelismos con algunos cuentos de Edgar Allan Poe, aunque en tono más personal y salvando las distancias entre ambos autores. Para mí, una lectura imprescindible. Salu2.
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