Que nadie duerma critica
Foto de Librerías de Zaragoza




Si eres lector de Juan José Millás ya sabrás que en sus libros una historia sencilla se convierte por arte de magia, de la magia de su pluma, en una novela complicada. Millás siempre nos da más, mucho más de lo que esperas tras leer su sinopsis. Sí. Nuevamente lo habitual (Lucía, programadora informática, se queda de la noche a la mañana en paro)  se convierte en algo insólito, (Lucía, una falsa delgada que se cree un ave) bajo la escritura de Juan José Millás.

Nos traslada Millás a un Madrid que es Pekín en la mente de Lucía, quien tras quedar en paro se reinventa en taxista y busca, rozando la desesperación, a un vecino que ya no está ahí y del que se cree enamorada. Y la ópera, Turandot, guía su nueva vida, su nueva obsesión, su nuevo objetivo,  su motivo para seguir.
Nessum Dorma, “que nadie duerma”, suena a todas horas en las frases de Millás, quien con imaginación desbordante arrastra al lector precisamente a eso, a no dormir, a no parar, a escuchar una y otra vez ese fragmento de la ópera. (Nunca este autor deja indiferente).


Presente, pasado y futuro se juntan en una trama que avanza sin avisos, con sobresaltos, incluso con nervios. Sin necesidad de marcarle el camino a quien lee. Sin allanar. Escribiendo nuestra realidad a bocajarro. Lo que fue y lo que será. Lo que es.

Y vuelve Millás a jugar al desdoble y yo amo los desdobles. Y Lucía quiere ser humana y ave, quiere ser taxista y china, quiere conducir en Madrid mientras recorre Pekín. Y lo más sorprendente, Lucía, cuando es Millás quien nos lo cuenta,
consigue ser eso y mucho más.



“Que nadie duerma” es enigmática, es brusca, es real sin serlo.
Encuentro mil motivos para recomendar esta lectura, pero me quedo con uno, la capacidad del autor para crear mundos extraordinarios habitados por personajes extraordinarios. Lee esta novela y nunca, nunca más, querrás desprenderte de Lucía.

Reseña publicada originalmente el Los libros que debes leer en Octubre de Librotea