reseña de la obra Planeta de Susana Martin gijon



Si alguien me dijese “Rita, recomiéndame un libro que me quite horitas de sueño, de esos que no puedes dejar de leer” no dudaría: recomendaría Planeta de Susana Martín Gijón. 

            No es nuevo que me encanta la novela negra española, que tiene unos niveles equiparables a otros países que normalmente ensalzamos. No es nuevo que me gusta la novela negra española escrita por mujeres. Creo que apuntan con finura hacia la denuncia social, y eso es algo que agradezco mucho en la lectura. No es nuevo, me repito, que me gusta la obra de Susana Martín Gijón, y esta vez no iba a ser menos. Al contrario, es más. Planeta es, sin ninguna duda, la novela de Susana que más me ha gustado, por diferentes motivos que intentaré explicar.

            Primero, brevemente, que no me gusta mucho detenerme en cosas que puedes investigar en segundos en la web, la trama. En un campo de golf de una Sevilla extraña ahogada por la lluvia, aparece el cadáver de una mujer, mutilada de pies y enterrada de pie en la tierra, lo que da pie a movilizar al grupo de homicidios que dirige Camino Vargas y a pensar, en pocos segundos, en Especie, la anterior obra de Martín Gijón.

            Y ahí, en ese primer crimen ideado por la autora, empiezo a amar la obra. Me gustan mucho los asesinatos que esta escritora propone, siempre dando con fuerza un paso a delante. Una mujer mutilada de pies… En la obra de Susana hasta la forma de matar sobrecoge, invita a pensar. 

            Hila fino la trama presentado al lector en el planteamiento no solo un crimen sino también un despliegue de conflictos sociales, de problemas personales, de vidas de cuento que ya no lo son. Trabaja, y esto tampoco es nuevo, de manera magistral no solo cada personaje sino también las circunstancias emocionales que le rodean. De ahí la fuerza de protagonistas y secundarios. Porque en Planeta, los personajes secundarios inundan el corazón del lector, casi más que los propios protagonistas. Y eso, teniendo a Camino Vargas como jefa, se me antoja muy difícil.

            Desdobla la trama en dos, qué valiente eres Susana, trasladando crímenes e investigación también a Italia. Camino- Bárbara, una pareja de ases con todas las papeletas para hacerte amar la lectura. Así, a caballo entre la investigación en una Sevilla donde la lluvia acaba siendo un personaje más, e Italia te guía en una trama llena de caminos que te impide dejar el libro. Solo uno más y lo cierro, ¿te suena? Usa la escritora un estudiado capitulo corto para frenar un ritmo acelerado, que te permite tomar aire incitándote a atacar las siguientes páginas. 

            Ese ritmo frenético y ese capitulo corto no impide a la autora sellar la obra con su marca personal, la denuncia social. Desde el título hasta el punto final Susana Martín Gijón hace hincapié en el desgaste inusual que le estamos dando al planeta. Por eso llueve en Sevilla, para gritarte a ti lector: ¡Reacciona! Y no sé que pasará cuando tu lo leas, que estoy segura de que lo vas a leer, pero yo me he sentido muy identificada con la lucha de la escritora. 

            Y aparte de esos crímenes selectos, o de sus escenarios tan curiosos como cuidados, con la amplitud suficiente para el lector se pasee por ellos en su imaginación, la prosa de Martín Gijón sigue siendo impecable. Un leguaje ágil y directo que no olvida los recursos literarios y que roza la poética en determinados momentos. 

Susana Martín Gijón ha logrado atraparme, seducirme, y concienciarme, pero por encima de todo eso ha conseguido que crea firmemente que sus personajes son tan reales que pueden ser mis vecinos, con sus aciertos y sus fallos. Con sus vidas duras que sacar adelante. Camino y Paco, fuertes pero vulnerables, acaparan el protagonismo, pero quien lee deja escapar alguna sonrisa con secundarios que conmueven el alma, como Sam o la novia de Fito.

¿Qué mas puedo decir? Busca la negra pelota de golf teñida en sangre y léela. No te va a defraudar. 

PD: Espero ansiosa una nueva obra de esta autora. Si, lo sé, esta acaba de salir, pero…