Si
hace apenas un mes me preguntan si tengo pensado reseñar La novela de Rebeca
de Mikel Alvira seguramente mi respuesta sería: “Uy, no. Hace
demasiado tiempo que la leí”. Pero resulta, queridos lectores, que con Rebeca
tengo una historia de amor preciosa, y claro, inevitable era, tras cruzar los
puentes tendidos con su autor, volver a ella.
Emprendo la segunda lectura de este
libro con un ligero recuerdo. Una extraña sensación de que queda poso, pero sin
saber realmente lo que me espera. ¿Cuántos años han pasado?,¿seis? Y penetro en
una novela que me atrapa tantísimo desde sus primeras líneas, esa breve
descripción del escritor que protagoniza la obra, que, raro en mí que tengo una
extraña tendencia a la pachorra cuando leo, la devoro. De sábado a domingo. En
menos de 36 horas. No recordaba bien la grandeza de este libro. O quizá no supe
leerlo.
Es verdad, no voy a engañar a nadie,
que yo he leído atentamente las obras de Alvira y quizá por eso me empapo de su
carácter literario, algo que no sucedía en mi primera lectura de Rebeca.
Conozco bien las letras de Mikel Alvira, puedo presumir de ello, y Rebeca
marcaba, en parte, el principio de un estilo personal que va dejando huella en
cada uno de sus libros. Alvira Style.
La novela de Rebeca es un complejo
juego literario que se lee con facilidad. Parece increíble, lo sé. El lector
sigue, gracias al ritmo pausado y reflexivo impuesto por el escritor, dos
tramas paralelas que se entrecruzan, van y vienen, se separan y se unen.
Confluyen. Poco voy a hablar de la estructura ya que acaba siendo parte
importante de la novela. Cómprala, léela y me entenderás. Estructura que
protagoniza, junto a Simón Lugar, Rebeca y Eme esta novela.
Os hablo de manera muy breve del
qué: Simón Lugar, un escritor de fama, se retira a la soledad de la playa en
invierno a escribir su novela, La novela de Rebeca. Ahí conoce a Eme, su musa,
su correctora, su acompañante en todo el proceso. Con la excusa del trabajo
entre ambos, Mikel Alvira nos va intercalando la segunda historia, la novela
que Lugar escribe aparece escrita como si una trama no fuera suficiente para
este autor. Así que lees dos obras: la novela de Mikel y la novela de Simón.
¿Cómo? Ya lo he dicho, al más puro
estilo Alvira, lápiz en mano y posit. Con esas reflexiones tan características de
este autor. Tanto es así, que hay un pequeño manual de escritura escondido
dentro.
“Escribir es un proceso mucho más complejo que el de teclear. Si consistiera exclusivamente en teclear, cualquier escritor medianamente organizado y algo de disciplina haría una novela de alrededor de trescientas páginas en un plazo de tiempo de entre diez y quince días. Sin embargo, nadie lo concibe así.
Borrar, corregir, releer, documentarse, pensar…, todo eso también es escribir. Sobre todo, pensar. Pensar en la historia que se quiere contar, pero, al unísono, pensar cómo se quiere contar.”
El porqué también creo saberlo: porque
al igual de Simón, Mikel no sabe no escribir.
Me ha gustado mucho esta segunda
lectura. Me ha sorprendido y cautivado. Rebeca que podrá ser Simón, Simón que
podría ser Mikel. Simón, Luz, Rebeca. Rebeca, Marisa. Eme. Personajes que son
uno. Paisajes que rugen. Espacios que se muestran.
Creo, sinceramente, que hay que
darle una oportunidad a esta novela negra que no lo es. Porque en La novela de
Rebeca nada es lo que parece. O quizá sí. Entra y averígualo.
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