“Nunca lees a mujeres”, me espetaron… Y era verdad. Mis autores favoritos eran hombres. El 95% de mis lecturas llevaban firma masculina. “Nunca lees a mujeres” y tuve que callar. Por poco tiempo.
A grandes males, grandes remedios. Empecé a incorporar mujeres a mi vida lectora poco a poco, sin prisa pero sin pausa.
Y, señores, qué bien hice. A día de hoy, al elegir una novela negra, suelo decantarme por la chicas y, ¡Jesús!, siempre acierto. Resulta casi increíble esta nueva oleada de españolas haciendo novela género. ¿Sería qué hasta ahora estaban vetadas? Lo dejo caer. Solamente lo dejo caer.
Así llego a Progenie, la nueva novela de Susana Martín Gijón publicada por Alfaguara. Porque ahora leo a mujeres. Por eso, porque el “patito” me salía hasta en la sopa y porque, dicho sea de paso, coincidí con Susana en el festival de novela negra del Pirineo, Villanoir que cada marzo se celebra en Villanúa.
Progenie es una novela femenina apta para todos los públicos y no hablo de edad sino de género. Es delicada, suave, bien narrada y al mismo tiempo crítica y con gancho.
Su protagonista es una mujer, Camino Vargas, que ocupa por accidente, cómo no, el lugar de un hombre y se autoexige todo en esta investigación.
Simboliza Camino el día a día de muchas de nosotras. Ese tener que demostrar que somos perfectas sin serlo, sobre todo a nivel laboral. La inspectora Vargas me representa. Le acompaña curiosamente Pascual Molina, el hombre que siempre está a dieta, el que se preocupa por su físico. Igualdad.
Los crímenes, cómo no, relacionados con la maternidad. Protagonistas y antagonistas presentados en esta obra en forma de decisión. Bien, Susana, bien.
Si deseas ser madre pese a tenerlo difícil, mueres. Encargada de resolver el crimen una inspectora que huye de convencionalismos, que vive la vida, que solo lo da todo a nivel laboral, y que huye, por supuesto, de la maternidad.
Y esa mujer cuya prioridad es ser madre es la persona que se encuentra el lector atropellada, asesinada sin motivo aparente con un chupete en la boca, dando la salida a una serie de crímenes con sello infantil. Baberos y patitos de goma decorando una muerte con bebé en barriga incluido.
Martín Gijón narra con dulzura la dureza. No penséis que es empalagosa, es placentera. Sin reacciones exageradas ni falsos aspavientos. Y conforme avanza la trama, ahí va cayendo su crítica, su defensa particular de un mundo en femenino donde la libertad de elección es imprescindible.
Camino Vargas y su equipo: Molina, Alcalá, Quintana y Amador, hombres y mujeres válidos que hacen piña dentro y fuera del trabajo nos llevan por una historia que no quieres dejar de leer porque no solo te interesa quien mató a quien sino qué va a ser de las vidas de quienes sobreviven.
Amor y desamor, crímenes y castigos, penas y glorias. Todo cabe en este
«micromundo» creado por Susana.
He adorado este patito de goma. He amado a la televisiva inspectora Vargas con toda mi alma.
Ay, querida Susana, ojalá nos des la oportunidad de volver a encontrarnos con ella una nueva aventura.
Mientras esto pasa, o no, os dejo aquí mi recomendación para disfrutar de estos días de quedarse en casa, ¡qué falta nos hace!
0 comments:
Publicar un comentario