El bebedor de vino de palma. Amos Tutuola.
Voy a confesar que nunca había oído hablar del vino de palma
hasta que leí el título del nuevo Ineludible de Navona Editorial: El bebedor de
vino de palma de Amos Tutuola. ¿Quién no corre a la librería a comprar un libro
de color verde pistacho que se titula así? ¿Quién?
Pues eso hice, queridos míos, correr a la librería y abrir
el libro en el primer semáforo (aclaro que en mi pueblo hay tan pocos semáforos
que podía haber evitado ese trayecto,
pero eso significaba tener que esperar a llegar a casa para leer su primera página).
Y ahí, en ese cruce, medio congelada, leí: “He sido un bebedor de vino de palma desde que tenía diez
años. No he hecho otra cosa en mi vida que beber vino de palma. En aquellos
tiempos el único dinero que conocíamos eran los caracoles, así que todo era muy
barato y mi padre era el hombre más rico del pueblo.”
Servidora lee esto y corre a casa a devorar la historia,
porque soy muy amiga de los principios literarios como dios manda. Me
equivoqué. El bebedor de vino de palma no se devora, se saborea despacito, parándose
a reflexionar al finalizar cada capítulo. Porque me he reído mucho con el mundo
creado por Tututola, me he reído mucho pero también he pensado mucho. He meditado
en todo eso que el autor nos quiere contar sin contarnos.
Con su forma absolutamente loca de narrar, que suerte que
caigan en tus manos libros diferentes, Tutuola no nos deja indiferentes. Y es
que él no escribe un libro, no. El autor nos está contando cuentos
tradicionales de Nigeria, su tierra natal, derrochando imaginación a la hora de
crear un escenario y unos personajes que sorprenden a cada momento al lector.
Te sientes atrapado dentro del libro hasta tal punto, que
deseas poder ver como un hombre devuelve las partes alquiladas de su cuerpo,
deseas con fervor casi religioso poder entrar dentro del Árbol Blanco de
Madre-Fiel, o visitar el Pueblo Rojo del Rey -Rojo.
Amos Tutuola nos propone un viaje en busca de “El sangrador
de vino de palma que cae de la palmera y muere” a través de un bosque repleto
de seres fantásticos, de pueblos raros y de leyes extrañas. Y nos narra ese
viaje de forma natural, abusando de las conjunciones, creando una obra única,
muy bonita, y de una riqueza excepcional.
Hacía mucho que no tenía una sensación así al leer un libro.
Y es que “El bebedor de vino de palma” es de esos libros que acabas leyendo una
vez al año para sacar toda la esencia que contiene.
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