Reseña del libro de Manuel Vilas

Ay que yo no sé cómo empezar. Que a mi hay libros que se me quedan dentro y no sé bien porqué. Y entonces leo y releo. Y busco cosas subrayadas. Si yo apenas escucho música, y de Lou Reed. Si no había escuchado nada en mi vida. Y aun así compro y leo Lou Reed era español, porque era un Vilas. Y punto. A veces no se necesita más. ¿Por qué has leído a Vilas? Porque es Vilas. Fin.


¿Por qué recomiendas a Vilas en este medio? Porque Vilas son nuestras letras. Vilas es Barbastro. Y Barbastro le debe un reconocimiento a Vilas.

Vilas, Vilas, Vilas. Creo que empieza a notarse que algo en su prosa, talvez debía dcir en su nueva prosa, me ha cautivado. Vilas, Vilas… Que me ha hecho buscar entre mis libros Aire Nuestro para volver a leer a Vilas.

Creo que podría acabar aquí esta reseña. Queda claro, clarísimo, recomiendo leer Lou Reed era español. Entonces, ¿para qué seguir con mi palabrería? Para expresar nuevamente lo que he sentido leyendo esta novela que no es novela. Uno de esos volúmenes que no quiero, ni pienso reseñar. Adiós tecnicismos, hola sensaciones.


Mi libro comienza de manera diferente: “Para Rita, para que se de una vuelta por el lado salvaje. Con un beso. Manuel Vilas”(¿Cuantas Ritas tendrán esta lectura firmada?) y a esta Rita le gusta esa invitación y da esa vuelta.

Y me encuentro con VIAJE AL CORAZON DE LAS TINIEBLAS, y pienso: Es la hora perfecta (acababa de volver a leer El corazón de las tinieblas, y El dios de las pequeñas cosas y sus continuas referencias a la obra de Conrad). Y Manuel empieza su obra en el libro que me lleva persiguiendo un mes. Y anoto en lápiz, me persigue y pienso que la literatura es maravillosa.

Ya no dejo el lápiz. No puedo. Desde su arranque... Desde su dedicatoria.


“Hay muchas formas de vivir, infinidad de razones para que la vida comience. La vida solo merece ser contada si ves en ella un viaje”

Que importante es el primer párrafo de una narración. Qué bien lo hace Vilas. Porque nos cuenta un viaje. El viaje de tres vidas. Paralelismo. Vida uno: Lou Reed. Vida dos: España. Vida tres: el propio Vilas.

Ese es el viaje de esta novela. La música de Lou Reed, España, y el autor van tirando hacia delante. Y el lector con ellos. Y es el lector el que de repente comprende que estas páginas son un poco autobiografía y que Lou Reed es casi una excusa. Manuel Vilas nos lleva a su Barbastro de infancia (El adolescente español que vive en un pueblo de 15000 habitantes), a Zaragoza (un hombre joven compra dos entradas) a Peñíscola (un hombre de cuarenta y dos años), De vuelta a Zaragoza (un hombre de cincuenta y dos años).


Y es esa autobiografía la que me ha encandilado, gustado, atrapado, sorprendido. Añado la multitud de narradores que cambian continuamente el punto de vista de quien lee. Hasta España narra en esta novela.

“Soy industria y soy gente consumiendo.La industria y el comercio son inmortales.Y soy millones de seres humano amándose, eso es muy hermoso. Soy hermosura. Porque un país es hermosura. Tú también fuiste un país, tú fuiste un país de palabras y de canciones. Como fuimos países deberíamos habernos casado.”


Y la música de fondo. Siempre sonando. Siempre acompañando a una sutil critica, a una fina ironía. La música sonando a través de esas carreteras que eran secundarias y fueron autovías. Y al autor, que se obsesiona con esa música y nos lo cuenta.

Hay que leer a Vilas porque es Vilas.

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