45º
Reconozcamos que el título sorprende
Este pequeño libro de Emilia Blue se titula así.
45º
No sé muy bien que me voy a encontrar dentro de este pequeño
libro. Es un libro de amor y aves y muerte, me dice Emilia. Y yo le creo.
Leo por primera vez 45º de manera rápida, tirando de
presentimientos. La prosa de Emilia es limpia y sin florituras, algo necesario
en narrativa breve. Esta novela es breve. Ciento veinticinco páginas componen
la historia, o las historias. Porque 45º está narrada por sus diferentes
personajes. Y cada personaje cuenta su historia. Y esas historias convergen en
una vida. En dos, mejor dicho. Convergen en Igor, en su vida, y también en Marianne
que en realidad es la vida de Igor.
Cada relato nos lleva, con exquisita sencillez, hacia lo que
Emilia Blue quiere contar. Y eso me
gusta.
Me gusta esa forma de contar. Una historia lineal, con
breves saltos cronológicos, pero con diferentes puntos de vista.
En solo 125 páginas Emilia me está contando mucho. Me está contando la historia de amor,
ya lo dijo ella en su dedicatoria, entre Igor y Marianne. Me está contando la
historia de pereza entre Berta e Igor, y la historia de lealtad entre Igor y Néstor…
Y Dante… y Octavio y Pineta.
Qué bonita 45º. Bonita por fuera y por dentro, como determinadas
personas, como Marianne, esa protagonista enamorada de un hombre casado, mayor
que ella, algo cobarde, que cae a los pies de esa chica algo cursi y alocada,
quizá como toda esa gente 15 años más joven que tú.
Marianne que se hace hueco cuidando de Igor, ese hueco que
Berta, su mujer, dejó vacío. Eso es 45º. El relato de gente que llena, frente a
otros que dejan escapar lo que tienen.
“Berta se ha transformado en una tarde eterna de postguerra junto a Lucita”
Y Emilia escribe bonito sobre la gente. Sobre los diferentes
tipos de gente. Sin ensañamientos ni crítica. Simplemente mostrando que no
somos iguales y cada uno tiene su hueco para llenar, o para que lo llenen.
Las descripciones del libro también están a la altura de la
historia. Breves, como su prosa, deliciosas, como sus palabras.
“Giro en la primera rotonda y, de nuevo, hacia Atocha. Mientras leo el mensaje de Marianne, me percato de que un diluvio está arrasando la ciudad, vuelan paraguas y nubes negras, cigüeñas en estampida sortean las puntas de los edificios, atasco y choques, gente corriendo, contaminación acústicas y visual. Cierro por un instante los ojos y me encuentro transportado en una nube con Marianne.
A Marianne siempre la he amado, incluso antes de que existiera…”
Poco más tengo que decir de una
novela que he leído dos veces, la primera, como antes comentaba, llena de
presentimientos, la segunda disfrutándola con calma.
Emilia Blue es de Huesca, y a mi
cada vez me gustan más las letras de mi tierra.
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