(Una reseña de Juanfer Briones)
¡Qué difícil es leer Moby Dick y que no venga a la
memoria la cicatriz cruzando el
rostro de Gregory Peck¡ Y es que Jhon
Huston, que contó con la colaboración de Ray Bardbury para la adaptación de la
novela , pone el listón muy alto creando
un puñado de imágenes poderosísimas que
han marcado a una generación.
Enfrentarme a una adaptación en novela gráfica de Moby Dick
era todo un reto con todas esas imágenes en la retina .Un reto que no quise
afrontar hasta dar con una versión con un grafismo lo suficientemente evocador. Una cita con un
clásico que fui aplazando hasta que me topé con una versión publicada en España por
Dibbuks allá por el 2014 (anteriormente
en Francia por Soleil).Y me fascinó.
Olivier Jouvray como guionista y Pierre Alary como dibujante y colorista trazan una historia que soporta con entereza cualquier comparación con la película. La pesca de la ballena, Nantucket, Ahab… todo está allí plasmado con una plasticidad extraordinaria.
Se permite el autor ir más allá, exprimiendo todas las
herramientas que el género pone a su disposición (memorable y llena de
humor la escena que nos narra el
encuentro entre Queequeg Ismael) para
hacernos disfrutar una maravillosa
adaptación de la novela.
Este cómic, como el film, se centra en el desarrollo de los personajes, la caza de la ballena y la vendetta de Ahab. ¿He dicho vendetta? Es más: la persecución autodestructiva en la que enrola a “sus” marineros para matar a un animal “salido del infierno”. Un animal que para Melville simbolizaba uno de esos objetivos inalcanzables, y destructivos, que el ser humano marca a fuego sobre la línea del horizonte.
Este cómic, como el film, se centra en el desarrollo de los personajes, la caza de la ballena y la vendetta de Ahab. ¿He dicho vendetta? Es más: la persecución autodestructiva en la que enrola a “sus” marineros para matar a un animal “salido del infierno”. Un animal que para Melville simbolizaba uno de esos objetivos inalcanzables, y destructivos, que el ser humano marca a fuego sobre la línea del horizonte.
Ese viaje por
todo el planeta persiguiendo una sombra
y en la que la locura de Ahab y su tripulación va en aumento (incluyendo la
liturgia del fuego de San Telmo sobre los arpones, su juramento de fidelidad
que es la escenificación de la misma).
Una comunión con el líder mediante la
cual determinadas personalidades son capaces de seducir (también mediante la codicia y el embuste) arrastrando
“tripulaciones” enteras en pos de una locura que, inevitablemente, les acaba
destruyendo. En medio de esta caza inmoral: Ismael, Starbuck, Queequeg… asisten como testigos, oponentes o
sencillamente cómplices.
Esos argonautas, capitaneados por un loco persiguiendo un
monstruo irreal, son un argumento digno de formar parte de una mitología moderna. Para mí es esto lo que hace Moby Dick perdurable,
aquello que lo acerca al mito griego.
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La frase extraída del texto de Melville que los autores colocan a modo de prologo
resulta aclaratoria.
“Sea cual sea la
superioridad intelectual de un hombre, nunca puede asumir la supremacía
practica y utilizable sobre otros hombres, sin ayuda de alguna especie de artes
y parapetos, siempre más o menos mezquinos y bajos en sí mismos.”
Una versión muy recomendable tanto por el dibujo, la
narrativa como por el guion manteniéndose fiel a la novela pero sumándole sus potentes imágenes que nos
trasportan desde Nantucket a través de los océanos de todo el planeta en pos del “sueño” de Ahab y la pesadilla de todos. No
dudéis y enrolaos en el Pequod cuanto
antes.
Título: Moby Dick
Autores: Olivier Jouvray - Guión y Pierr Alary -Dibujo y color.
Edirorial Dibbuks 2014
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