Me  gusta la leer a Juan Luís Marín. Me siento cómoda, queridos, por qué no confesarlo.
He leído todos sus libros, sí. Tal vez porque ahora ya haya un vínculo que me una de por vida a las letras “juanluisianas” o talvez porque me sienta cómoda  con esa forma suya de narrar a base de trazo corto y firme siempre resulta ágil.

Pero en este nuevo proyecto de Juan Luis noto un cambio. Sus anteriores novelas, por lo menos dos de ellas, eran novela negra de “puñetazo” al lector. De esas que una rumiaba tras la lectura. Que tenía que cerrar para respirar…

En El suicida impertinente me encuentro otra tipo de novela diferente. Lo primero que sorprende en esta lectura es la trama, porque si señores, sí, el suicida es un impertinente, no nos miente Juan Luis con el título. Es un tipo que prepara todo para amargarle la vida a un tipo que nada tiene que ver tras su suicidio. Aquí Juan Luis juega bien con el ritmo, segunda sorpresa lectora del día: un ritmo lento que nos introduce la narración y los protagonistas, muy rápido cuando desarrolla la acción  y nuevamente pausa en su final, dando al lector el aire necesario para reflexionar sobre lo leído antes de cerrar el libro.

Dos protagonista principales llevan todo el peso narrativo, uno vivo y uno muerto, que pese a suicidarse en las primeras páginas lleva la novela como él quiere. Y sobre todo maneja como muñecos a los personajes  secundarios que son irrelevantes e imprescindibles al mismo tiempo.  Sí, lo sé, suena curioso, pero en El suicida impertinente dos personajes asumen el peso narrativo, dejando una galería de secundarios sin los que la historia carece de sentido.


Nuevamente Marín me convence, esta vez con una novela menos cruel y más “a gusto de todos”.  Es rápida, critica, agría y original. Y con esa forma tan Juan Luis de contar las cosas, como si estuviese en una mesa frente a ti criticando algún chanchullo social del momento. Directa y dura, con capítulos cortísimos que te enganchan con el famoso “uno más”… Pero realista. La literatura debe abrirnos los ojos, y si bien Marín ha suavizado su crítica, no la ha olvidado. Porque es un autor que escribe para narrar la realidad. Nos guste o no. Y a mí me gusta… Me gusta mucho, ¿se nota?


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1 comments:

Unknown dijo...

Muchas gracias por la reseña, Rita. Y porque un día podamos brindar por la "impertinencia", esa virtud infravalorada...