La vida es dura, eso es así,
aunque a veces las tazas happy del desayuno nos pretendan decir lo contrario.
La vida es extraordinariamente dura. Y para unos más que para otros. Por eso me
encantan las novelas que me hablan de la vida sin aderezos. Y Malasanta lo
hace, y de qué manera.
Llegué a esta novela por el
nuevo boca-oreja de las redes sociales, todos estaban encantados con Antonio
Tocornal, ese autor que me había cautivado con un relato hiperbreve aunque yo,
antes de comprar su ultima novela, no lo relacioné. Debí hacerlo. Tocornal si
algo hace bien es manejar las palabras a su antojo. Ese estilo es casi inconfundible.
La obra narra la vida en seis
etapas de la protagonista, Malasanta, que se cría en un prostíbulo, La Ciénaga.
5, 15, 25, 35, 45 y 55 años de una persona completamente rota. Porque la vida,
como os decía, es dura. Desde los años 60 hasta nuestros días Antonio Tocornal,
con un lenguaje rico pero asequible, nos dibuja la vida de esta prostituta ya
desecha.
Soledad, fragilidad, prostitución,
son muchos los temas tratados en esta novela breve, y todos ellos descarnan al
lector. Se pueden alabar muchos aspectos de Malasanta pero destaco la
inteligencia del autor para narrar lo más marrano de la sociedad con una enorme
limpieza. Es como si el poder de su narrativa fuera por un lado y la trama por
otro. Pero confluyen. Casan. Encajan. Seamos sinceros, la historia es tan ruda
que solo un estilo elegante la puede contar. Elegante, sí, queridos lectores,
esa es la palabra. Antonio Tocornal, narrativamente hablando, es un tipo
elegante que sorprende al lector destilando pureza en sus palabras. ¿Cómo una
trama tan sórdida puede ser contada de manera tan pulcra? La respuesta es
dominando la lengua.
Refuerza el autor los sucesos tirando
de cierto simbolismo y así el lector se topa con nombres que definen y con
objetos que permanecen presentes a lo largo de toda la lectura. Inteligencia,
os decía.
Malasanta es una novela dura,
de esas de puñetazo en el estómago, no lo voy a negar, y quizá por eso es necesaria,
porque nos da una visión de la realidad que a veces rehuimos de manera intencionada.
Hay que conocer todo lo que nos rodea, lo bueno, lo regular y lo malo. Hay que percibir
la luz, pero también la niebla. Y de corazón os digo que Tocornal es único para
eso porque pese a la miseria narrada la lectura resulta grata. Cada una de las seis
partes puede ser tratada como un relato corto nacido para formar parte del
conjunto final.
Bien la historia, bien la
estructura, bien el lenguaje… Qué queréis que os diga. Es el momento de leer
Malasanta y descubrir que la literatura actual se escribe con mayúsculas.
Antonio Tocornal es un autor muy
premiado (Malasanta es la obra ganadora del XLI Premio de Novela Felipe Trigo)
y yo no puedo evitar pensar: y lo que le queda, lectores, ¡y lo que le queda!
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