Seamos sinceros. Grandes mujeres han sido ninguneadas a lo largo de la historia. Ocultas. Olvidadas. Disfrazadas de sombras de sus parejas. Sombras proyectadas en el suelo que otros pisan. Y tú, sentada en una extraña silla, observas el mar ajena a tu propia vida a través del ventanal. Cada cristal que lo compone son tus ojos que miran el que es para ti el mejor lugar del mundo. 

Buscabas tres cosas en tu mundo de hombres. Belleza. Elegancia. Confort. Tú, mujer sin formación pero con una visión extraordinaria de los espacios que integraste muebles en recovecos oscuros, que dominaste la fusión en el diseño de interiores, que osaste retar a quienes se creían superiores. ¿Qué pretendías al cruzar la raya que separaba lo masculino de lo femenino?

Rompiste reglas y no solo las de la arquitectura. Llevaste tu diseño de interior a tu exterior. Avanzaste sin miedo. Belleza, elegancia, confort. Tu veni, vidi, vici. Diste un aire masculino a tu vestuario y llamaste Jean Desert a tu estudio consciente de que era mejor trabajar para un imaginario Jean que ser dueña Eileen. Ojos tristes sobre un abultado lazo a modo de corbata. Un aire a Wilde. 

Cruzaste una línea prohibida a principios del XX y, quien sabe sí queriendo o sin querer, nos allanaste a las demás la llegada a meta. 

Claridad de líneas. Una casa para habitar y no para lucir. Muebles que ocupan rincones y no espacios. El mirador frente al mar. Y creaste, para regalársela a quien no te merecía, a quien no la merecía, la E-1027. Parece un aditivo pero es una casa. Quizá un barco. Quizá una casa barco. Un hogar para quien no supo reconocer tu mérito. Y él, masculino singular, se unió a él y fueron ellos, masculino plural, quienes rompieron tu norma. Pintarrajeando tu arte destrozan tu trabajo y aprovechan la ausencia para borrar el femenino singular de la creación. Ocho murales que no permitías invadieron tu espacio y borraron tu nombre de la arquitectura moderna. No pisaste más esa casa. Ya no había belleza, ni elegancia, ni confort. 

Te fuiste para no volver viendo como el mundo de hombres se autoproclamada autor de tu sueño. ¡Ay! Qué claro tenías desde el principio que debías ser menos mujer para llegar a más. 

La E marcaba tu autoría y el tiempo les puso en el banquillo de los acusados. Eres hoy reconocida como pionera de la arquitectura moderna. Y la E-1027 marca la diferencia, pese a que ocho ridículos murales de un macho alfa estrecho miras estropearán para siempre su estructura. 

Te llamabas Eileen Gray, fuiste arquitecta, interiorista y diseñadora de muebles. 




Sirva este texto como reseña del imprescindible cómic «Eileen Gray, una casa bajo el Sol», de Charlotte Malterre-Barthes y Zosia Dzierżawska, publicado en España por Aloha editorial. 

ZOSIA   DZIERZAWSKA, ilustradora y autora de cómic polaca de gran trayectoria internacional, explora diferentes aspectos desde la narrativa tradicional a composiciones más modernas  enriquecidas por su trabajo en ilustración y el diseño. Zosia posee un estilo personal que enraiza en lo naif y la ilustración infantil  con un trazo aparentemente sencillo y una delicada elección del color para cada episodio. La elección narrativa para cada situación de la protagonista y la composición de determinadas páginas y episodios, ( como ejemplo pongo las páginas 54 y 55 con los personajes conversando sobre unos bocetos de un plano de la casa la aparición de Damia o la más destacable, una serie de viñetas a partir de la página 91 en las que intuimos a Eillen en pleno proceso creativo hasta que, vencida por el cansancio, la autora nos deleita con sueño onírico pleno de lirismo y sensibilidad.

 La historia gráfica fluye de manera magistral con trazo delicado y una gama de colores profundamente evocadora. La narrativa, precisa y dinámica, se enriquece con asombrosa variedad de estilos y composiciones y de un dibujo de enorme delicadeza que aporta frescura incluso en las composiciones más complejas, lo que unido a un guión de  que nos muestra lo que sucedió a través de la creación de la casa nos deja un volumen muy recomendable tanto en el fondo como en la forma.