Reseña del libo Ordesa de Manuel Vilas para Palabras en Cadena blog literario


Planteamiento…

Podría ir en contra de las masas, eso mola. Ahora se lleva agitar aguas revueltas. Yo alguna vez lo he hecho, reconozco que casi siempre sin querer, pero a la gente le gusta. Podría, reitero, ir en contra de las masas y decir que Ordesa, cuyos párrafos invaden a diario nuestras redes no es para tanto. Pero decir que Ordesa es una obra mediocre sería mentir. Y yo, con la literatura, no miento.
Así que planteo esta reseña como una nueva apertura lectora. Porque Ordesa se merece algo más que un análisis intrínseco de sus frases… Ordesa se merece sentir. Y transmitir lo sentido.

Nudo…

El de tu garganta lectora, que queda un poco más abajo que tu garganta humana… Más cerca del corazón…
Nudo… El de la comisura de tus labios al sonreír.
Ordesa para mí, debo aclarar, es algo más que un libro. Vilas me lleva a lo que yo viví, es lo que tiene compartir con él el pueblo de nuestra infancia. En su libro habitan seres y lugares comunes que quise y quiero. Y esto, que en un principio puede parecer una ventaja para Manuel Vilas, es en mi caso un hándicap. ¿Y si el Barbastro que me muestra no es el Barbastro de mi infancia? Pero Vilas es un gran escritor, por supuesto. Vilas sabe lo que hace cuando nombra nuestros sitios comunes. Sabe poner cada palabra en su sitio para que yo sonría. Digo yo, sin ser Ordesa para mí, pero con algo en sus paginas que me pertenece. Que nos pertenece a todos nosotros.
Porque Ordesa no es Barbastro. Ordesa no es el Valle de Ordesa. Ordesa ni siquiera es solamente Ordesa. Es algo más.


Valle de Ordesa en Invierno. Reseña del Libro de Manuel Vilas. Palabras en cadena
Foto del Valle de Ordesa de www.Ordesa.com 


La novela es una confesión tardía de alguien que puede ser Manuel, o Rita, o quizá tú. Es un acercamiento a la muerte ajena. A esa muerte que duele. A esa muerte que te desgarra por dentro y no sabes bien cuando va a sanar su herida. Talvez no sane.

Vilas sana su herida con el desahogo. Muestra su obra, para mi la mejor de este autor, la relación con sus padres, vista por los ojos de un niño que hoy es adulto. Muestra también su relación con sus hijos, vista por los ojos de un padre que un día fue hijo. Y no necesita gesticular ni hacer ademanes descontrolados para llamar la atención del lector. No hay excesos en Ordesa, solo hay sencillez. Palabras naturales para contar algo natural. No hay prosa rebuscada ni párrafos estudiados en exceso. Ordesa busca contarnos una parte de nosotros mismos. De nuestras relaciones familiares, nuestras revueltas infantiles y nuestros viajes a la playa. Ordesa escarba sin dolor. Destapa. Sí. Eso es. Esa es la palabra. Ordesa destapa una parte de ti, de mí, de nuestros padres y de nuestra España.
Hay que leer a Vilas con el lápiz en la mano. Hay que subrayar el libro para releer de nuevo con el lápiz en la mano. Debemos volver a Ordesa. A esos niños que fuimos. Debemos volver a nadar en las piscinas del Barrio de la Cooperativa y echar una mirada al pasado. Con nostalgia. Con cariño. Con amor y alguna duda que siempre queda. Con los demonios y la culpa que la muerte ajena te envía.

” Se muere mejor si nadie sabe que estás vivo, no haces cargar con la pesadumbre de tu muerte a nadie, con papeles, llantos y funeral, con culpas y demonios.” 
Desenlace…

Despojémonos de las culpas, matemos nuestros demonios.
Entrar en Ordesa, Valle o Libro, es reflexión. Os invito a meditar. Conocerse un poquito mejor a sí mismo nunca está de más. Os invito, como cada semana, a leer.