
Recuerdo mi estantería... Mamá compró una estantería
horrible de ferretería que para mí era preciosa porque en ella cabían todos libros.
Estaba llena de “Los tres
investigadores”, “Los cinco” o aquellos fantásticos “Grado en Torres de Malory”.
Pero no había nada de los hermanos Grimm. No recuerdo haber leído cuentos, si
recuerdo haber leído a Mafalda sin entenderla.
Curiosamente ahora, con mi supuesta madurez lectora,
disfruto mucho de los cuentos. Me gustan los nuevos ilustradores, esos que dan un giro a la ñoñería a la que
Disney nos tienen habituados.
Elijo SeeBook para mi ejemplar de Blancanieves, editado por Nørdica Libros e ilustrado por Iban
Barrenetxea, y no me equivoco. Barrenetxea nos muestra una Blancanieves de
nariz aguileña junto a unos enanitos de cuellos cervantinos y picos y palas y
hasta un violonchelo, que se esconde de una elegante madrastra de pelo verde; Vive
en este cuento también un flacucho cazador cazado y, por supuesto, un príncipe que
no es azul sino gris, y hasta un poco feo.
Del cuento apenas tengo que hablar, todos conocemos a los 7 enanitos
y las conversaciones de la mala de la historia con el espejo. Pero no todas las
interpretaciones son iguales y la traducción de Isabel Hernández merece una
mención especial. Un texto menos infantil sin su colorín colorado, ni sus
felices, ni sus perdices.
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