Corre el año 1953 y un
Kilian joven e inexperto abandona el Pirineo oscense para iniciar junto
a su hermano, Jacobo, un viaje hacia una
tierra más prospera, diferente, lejana y exótica, la isla de Fernando Poo. Ahí
le espera su padre y una nueva forma de vida en lo que a los ojos de todos es
un paraíso. Casi por casualidad, años después,
Clarence descubre una carta en su casa de Pasolobino que le lleva a
investigar que pasó 50 años antes.
Así poco a poco, es Clarence quien nos traslada a la España
de las colonias, en este caso a Guinea, mostrándonos una tierra exuberante y, sobre todo, una parte de la historia casi desconocida.
Palmeras en la nieve… El propio título nos indica una mezcla
de dos mundos, un mundo de selva y uno de montaña. Dos mundos diferentes, muy
diferentes que conocerán Kilian y
Jacobo, dos de los protagonistas de esta historia y que llevarán al lector a un
viaje de contrastes.
Luz, en su opera prima, nos sorprende con una narración
fluida de descripciones exquisitas. Personajes y paisajes quedan definidos de
manera impecable, sus vidas, sus actos, su forma de pensar y de actuar, su
visión. Nos relata también otra forma de vida posible, con sus ritos y
costumbres, y cómo los unos intentaron cambiar a los otros creyéndose
superiores.
Es este libro una historia de amor, de pasiones, de
encuentros, de recuerdos que vuelven. Pero también una novela histórica, basada
en hechos reales, en este caso transmitida de padres a hijos. No hay mejor manera
de conocer la historia, nuestra historia, que a través de los libros, y
Palmeras en la nieve es perfecto para eso.
En mi opinión el libro tiene “peros”, ¿qué libro no los
tiene? ¿Es verosímil que tantos sucesos le pasen a una misma familia? Esto,
unido la lentitud de la narración en algún momento, hace que puedas perder el interés por una
historia que, quizá, se puede contar en menos páginas.
Pese a eso, Luz Gabás ha conseguido ser profeta en su tierra
con un libro que ha llevado una parte de la historia de Huesca muy lejos.
Fragmento Palmeras en la nieve- Luz Gabás
“Me enamoré de ellos nada más verlos. Son… ¿cómo te diría?
Simples y complejos, serenos y violentos, enigmáticos y transparentes.
- Como esta isla.
-Sí. Y como cualquiera de nosotros”
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