Leo a Mafalda desde que era una niña. Tendría unos 8/9 años cuando mi madre empezó a comprarme las tiras para leer en los largos viajes en tren. Hubo en ese momento mil cosas que no entendía pero seguía leyendo. 
Hoy la leo de adulta entendiendo todo lo que Quino quería decir y, sobre todo, agradeciendo a mi madre que nunca dijese eso de: "elige un cuento, esto no es adecuado para tu edad"