Foto del libro tinta y fuego de Benito olmo

 


Emoción. Curiosidad. Enfado. Así me he sentido con esta novela entre mis manos. 

Permitidme que hoy, queridos lectores, os traiga a este rinconcito «Tinta y fuego» de Benito Olmo, un autor al que seguí la pista muy de cerca, como si yo fuese la detective protagonista de una de sus novelas, tras leer «La maniobra de la tortuga». No hay Olmo sin Piedrafita. Eso es así. 

La novela negra de Olmo siempre me resulta interesante, es un noir muy cuidado de corte clásico. Y de repente me encuentro con un libro que se aleja del género para cabalgar entre la histórica y el thriller. Y me gusta. ¿Cómo que me gusta? Me encanta. Es más. Me superencanta. «Tinta y fuego» representa la evolución total de un autor que hace mucho que prometía. La madurez. La valentía. El arrojo de quien sabe que puede hacerlo (aún) mejor y se deja la piel. Y lo hace. Aún mejor. 

Greta, esa protagonista que todo lector quiere ser, es una buscadora de libros de gran de valor con bastante fama que ve manchada su reputación tras la desaparición, de la que es principal y única sospechosa, de un manuscrito de Borges. Misterio… Cuando Greta y Marla, su hermana, investigadora desde casa, la informática es lo suyo, piensan que todo está perdido y que va a ser difícil sobrevivir en un mundo que las ha marcado con una letra escarlata, reciben la llamada de la familia Fritz-Briones para recuperar su antigua biblioteca, perdida durante el Holocausto, no dudan. Tienen que aceptar una misión que a priori se les antoja imposible. Pero ¡ay, amigos!, necesitan el dinero. Con toda la incertidumbre en la maleta, Greta parte hacia Berlín a buscar lo imposible. Y conoce a Oleg, un joven bibliotecario que está obsesionado con la existencia de una biblioteca judía expoliada a manos de los nazis. ¿Existe esa biblioteca?, ¿la destruyeron?, ¿alguien la salvó? Todo el recelo de Greta, toda la obcecación de Oleg, no hacen otra cosa que picar en la curiosidad de lector. Picar y dejar huella. Porque a partir de ese planteamiento no hay nudo que puedas evitar. Misterio… 

Benito Olmo recupera está ignorada historia, yo al menos no la conocía, para crear un thriller con cadáveres, pero sin inspectores. Qué bien han evolucionado las letras de este escritor. Con qué riesgo y soltura se ha adaptado al cambio de género. Porque en este libro Olmo arriesga. El peso de la investigación lo lleva una experta en libros y la policía, ni está ni se la espera. Y para conseguirlo hay que saber definir muy bien los personajes, et voilà. También eso lo consigue. Sin apenas caracterización descriptiva, Benito Olmo muestra unos personajes que el lector visualiza a través de diferentes aportes: gestos, acciones, formas de expresarse, acotaciones de diálogos. Dota a cada protagonista y a cada secundario de una personalidad tan propia que una duda en todo momento de quien es el bueno y quien el malo. Misterio…

Berlín, Cádiz, Madrid, Breslavia. Cada escenario, y en esto sí que el autor conserva su esencia, es parte de la trama que recorre sus calles. 

Y ahora viene lo “casi más importante”. La parte fundamental de esta historia. El expolio perpetrado por los nazis a las bibliotecas judías. Ese destrozar la cultura. Ese acabar con lo que puede hacernos más libres, la sabiduría, porque me creo más poderoso. Y aquí el autor se lo curra y mucho. Y ese trabajo que hay tras la novela se nota en cada página que pasas. Y se agradece. Como también se agradece evitar cualquier alarde para darnos breves pinceladas de que ocurrió sin hacer engorroso el argumento. 

Y entonces, ¿por qué entrecomillo un casi lo más importante? Porque para mí lo mejor de esta obra, que cómo veis me ha fascinado, es el final. Arriesgado y acertado en partes iguales. Lo siento, no puedo hablar de él por razones obvias. Ojalá vosotros la leáis y podamos adentrarnos en privado en una fantástica conversación literaria. Que la lectura es mucho más bonita compartida. 

He disfrutado tanto de este libro que yo también le doy las gracias a Paula, por hacerle volar. 

¿A qué estáis esperando? Id a por ella y leed, leed, malditos.