“Si el lector lo prefiere, puede considerar el libro como obra de ficción. Pero siempre cabe la posibilidad de que un libro de ficción arroje alguna luz sobre las cosas que fueron antes contadas como hechos.
ERNEST HEMINGWAY
San Francisco de Paula, Cuba, 1960.”
Así termina el prefacio de París era una fiesta... el lector decide y yo ya he decido. 







FRAGMENTOS

París era una fiesta contiene fragmentos que sin microrelatos, o microcuentos, que se dice ahora. 



“Una chica entró en el café y se sentó sola a una mesa junto a la ventana. Era muy linda, de cara fresca como una moneda recién acuñada si vamos a suponer que se acuñan monedas en carne suave de cutis fresco de lluvia, y el pelo era negro como ala de cuervo y le daba en la mejilla un limpio corte en diagonal.
La miré y me turbó y me puso muy caliente. Ojalá pudiera meterla en mi cuento, o meterla en alguna parte, pero se había situado como para vigilar la calle y la puerta, o sea que esperaba a alguien. De modo que seguí escribiendo.
El cuento se estaba escribiendo solo y trabajo me daba seguirle el paso. Pedí otro ron Saint James y solo por la muchacha levantaba los ojos, o aprovechaba para mirarla cada vez que afilaba el lápiz con un sacapuntas y las virutas caían rizándose en el platillo de mi copa.
Te he visto, monada, y ya eres mía, por más que esperes a quien quieras y aunque nunca vuelva a verte, pensé. Eres mía y todo París es mío y yo soy de este cuaderno y de este lápiz.”

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“Cuando me desperté y miré la ventana abierta y vi la luz de la luna en los tejados de las altas casas, allí estaba la sensación. Escondí la cara entre las sombras rehuyendo la luna, pero no pude dormirme y seguí dándole vueltas a aquella emoción. Los dos nos despertamos dos veces aquella noche, pero al fin mi mujer durmió con dulzura, con la luz de la luna en su cara. Yo quería pensar en todo aquello, pero estaba atontado. Tan sencilla que me había parecido la vida aquella mañana, cuando me desperté y vi la falsa primavera, y oí la flauta del hombre de las cabras, y salí a comprar el periódico de caballos.
Pero París era una muy vieja ciudad y nosotros éramos jóvenes, y allí nada era sencillo, ni siquiera el ser pobre, ni el dinero ganado de pronto, ni la luz de la luna, ni el bien ni el mal, ni la respiración de una persona tendida a mi lado bajo la luz de la luna.”

“París era una fiesta” 
Ernest Hemingway