No me gusta reseñar aquellos libros de los que soy lectora beta... Cuando eres lectora antes de publicar, automáticamente se crea una relación especial con el libro, tú no eliges el libro, no, es el libro el que te escoge a ti, y eso, como lector, es fantástico.

No me gusta reseñar esos libros porque a partir de ese momento son muchas horas las que dedicas a esa lectura. Lees con toda tu atención, buscando posibles errores, absorbiendo sensaciones que a otros pasarán inadvertidas, captando lo que el autor quiere escribe, sintiendo lo que el libro quiere contarte.

Y conoces al autor, esa persona que durante unos días forma parte de tu vida, porque te ha mostrado su ser antes que a nadie, porque hablas y hablas con él, porque te cuenta sus miedos, y tú, tras la pantalla notas la inquietud por publicar.

No me gustan este tipo de reseñas, y sin embargo, Con Una depresión y ocho chicas siento que lo debo hacer.

Julio Alberto es un escritor joven que, como él dice, muere de amor en cada despedida, y eso es lo que nos cuenta en sus relatos. El libro cuenta con 8 capítulos, uno por chica que recogen diferentes relatos.

¿Qué sentí mientras leía este manuscrito? ...Me sentía sentada al lado de Julio. En ese momento era mi mejor amigo, aquel que me contaba su depresión, que me hablaba de sus chicas. Narra el autor de forma suave, generalmente, dejando una parte de él en cada relato, y esa suavidad que te conduce por su historia, de repente se rompe cerrando con contundencia:  " Deber la hostia de sano" concluye tras su historia de amor,
 "Y para que engañarnos, no es el cuento, es tu voz". Ese giro inesperado fue lo que más me gustó de sus relatos... Y sus ocho chicas, tan dispares, y descritas con tanta pasión....
Como todo libro de relatos, hay que leerlo sueltos; uno hoy, dos mañana...
Y en eso estoy... Recordando aquellos días en que me pidió ser su lectora beta.
Os dejo dos frases que saco de un libro repleto de citas, como a mi me gusta.
"  Quizá deberíamos destruir el mundo, acabar con todo aquello que nos ata, martiriza y nos hace sonreír, y a partir de ahí: poco a poco. "
" Quiero pensar que la suerte que tenemos por soñar y poder recordarlo es la misma que tenemos de que los sueños sean solo sueños"