“Una mujer de pelo gris está sentada detrás de un escritorio. Lleva gafas. Le pregunta:
—¿Qué desea?
—Me gustaría llevarme algún libro.
La mujer se quita las gafas y mira a Lucas.
—¿Llevarse libros? Desde que estoy aquí, no ha venido nunca nadie a llevarse libros.
—¿Está aquí desde hace mucho tiempo?
—Dos años. Estoy encargada de poner orden. Debo seleccionar las obras y eliminar las que están en el índice.
—¿Y qué pasa después? ¿Qué hace?
—Las pongo en cajas y se las llevan y las destruyen.
—¿Hay muchos libros en el índice?
—Casi todos.
Lucas mira las grandes cajas llenas de libros.
—Qué trabajo tan triste el suyo.
Ella pregunta:
—¿Le gustan los libros?
—He leído todos los del señor cura. Tiene muchos, pero no todos son interesantes.
Ella sonríe.
—Ya me lo imagino.
—También he leído los que se encuentran en las tiendas. Todavía son menos interesantes.
Ella sonríe más.
—¿Qué tipo de libros le gustaría leer?
—Libros que estén en el índice.
Ella se vuelve a poner las gafas y dice:
—Eso es imposible. Lo siento. ¡Váyase!
Lucas no se mueve. Ella repite:
—Le he dicho que se vaya.


Kristof, Agota. “Claus y Lucas.”